Ovalle es una ciudad de algo más de 100.000 habitantes, formada por una sociedad con raíces rurales y una vida arraigada en un pasado donde toda actividad socioeconómica estaba vinculada a la agricultura. En los últimos 5 años esta ciudad ha comenzado un vertiginoso proceso de cambio, donde la mega minería transnacional se ha transformado en el símbolo de un futuro próspero lleno de sueños a realizar. Las cifras macroeconómicas parecen confundir a la ciudadanía con su danza de millones. Sin embargo los sueños no son lo que prometían ser. La ciudad fisura es un lugar de ansiedades y frustraciones.
FISURA como metáfora de una ciudad donde justo ante nuestros ojos está llegando de forma avasallante el progreso neoliberal y su sequito de símbolos y estilos de vida totalmente mediatizados. La estética Duty Free contrasta en este lugar con viejas construcciones de adobe que resisten al embate aspiracional en el que navegamos. Se transforma Ovalle en una gran fisura que rápidamente, sin un período intermedio de tiempo entre la pared de adobe y la mole de cemento, cambia, demuele, rompe y sepulta toda seña de pasado, arrastrando con ello raíces milenarias, orígenes e identidades dando vida a una sociedad sin un piso emotivo real donde plantarse y desde donde desarrollarse plenamente.
FISURA como metáfora de una ciudad donde justo ante nuestros ojos está llegando de forma avasallante el progreso neoliberal y su sequito de símbolos y estilos de vida totalmente mediatizados. La estética Duty Free contrasta en este lugar con viejas construcciones de adobe que resisten al embate aspiracional en el que navegamos. Se transforma Ovalle en una gran fisura que rápidamente, sin un período intermedio de tiempo entre la pared de adobe y la mole de cemento, cambia, demuele, rompe y sepulta toda seña de pasado, arrastrando con ello raíces milenarias, orígenes e identidades dando vida a una sociedad sin un piso emotivo real donde plantarse y desde donde desarrollarse plenamente.